El Venerable Bruno Lanteri (1759-1830) vivió en tiempos difíciles, pero incansablemente alentó a hombres y mujeres a acercarse a Dios con la confianza en su misericordia. Grandes números de personas que se acercaron a Ven. Lanteri encontraron una nueva fuerza a través de su mensaje. Sus escritos y cartas de dirección espiritual continúan alcanzando nuevos corazones con este poderoso mensaje.

Los consejos de misericordia de Lanteri se han traducido al inglés y al francés. Haga clic a continuación para verlos en su idioma preferido.

Inglés               Francés

Descarga el folleto de consejos de misericordia con escritos seleccionados de Ven. Lanteri en español o puedes leerlos en la página siguiente.

Descarga los Consejos


“Te animo a que comiences cada día, dejando el pasado a la merced del Señor y el futuro a su Divina Providencia. No te dejes perturbar por nada, ni siquiera por tus propios fracasos, cuidando de superarlos inmediatamente por un acto de amor de Dios.”


“Si caigo mil veces al día, mil veces al día comenzaré de nuevo, con una nueva conciencia de mi debilidad, prometiéndole a Dios, con un corazón pacífico, enmendar mi vida. Nunca pensaré en Dios como si fuera de nuestra condición y se cansará de nuestras vacilaciones, debilidades, y negligencias. Más bien, pensaré en lo que es verdaderamente característico de Él y en lo que Él valora más, es decir, su bondad y misericordia, sabiendo que Él es un Padre amoroso que entiende nuestras debilidades, es paciente con nosotros, y nos perdona.”


“Por encima de todo, yo recomiendo con todo mi corazón que te guardes contra el desaliento, disturbio, y tristeza. Siempre busca mantener tu pobre corazón en paz, aliéntalo, y siempre servirle a Dios con santa alegría.”


“Sé de buen corazón, porque el Señor está contigo, y él te ama.”


“Por lo tanto, sé de buen ánimo. Permítele a tu corazón estar alegre, entrégate completamente como puedas a Dios, quita cualquier duda, y dile a Dios que tú nunca quieres conscientemente hacer algo que lo desagrade a Él. Para todo lo demás, no te preocupes. Dios está contigo, te ayudará, y no te permitirá caer.”


“Mantén constantemente estas dos propuestas que yo te animo a renovar a menudo con una santa persistencia: primero, nunca ofender a Dios conscientemente, y, segundo, si llegaras a caer, nunca perseverar en esto con tu voluntad, pero, con humildad y valentía, a levantarte inmediatamente y empezar otra vez, firmemente convencido que Dios te perdona en el instante mismo que con humildad y confianza le pides su perdón.”


“Nunca podemos esperar demasiado. El que espera por todo, obtiene todo.”


“Es muy importante que entendamos profundamente lo bueno que es Dios, y no medirlo por nuestras propias limitaciones o pensar que Él se cansa por nuestras vacilaciones, debilidades, y negligencia. Nuestro Dios no es tal. Pensemos en Él como verdaderamente es, lleno de bondad, misericordia, compasión, y reconozcámoslo como el Padre amoroso que Él es, quien nos levanta cuando nos hemos caído, quien nunca se cansa de perdonarnos, y a quien nosotros damos gran alegría y honor cuando buscamos perdón.”


“Recuerda de levantar tu corazón a menudo a Dios, pero gentilmente y con paz.”


“Fidelidad a mis resoluciones espirituales, paz de corazón, alegría, amor a mi vecino, compasión por la debilidad de otros, bondad, paciencia, comprensión, calidez, apertura a otros en todo lo que no es ofensivo a Dios, éste es el carácter que busco y que continuamente pediré al Sagrado Corazón de Jesús y María.”


“Le he pedido al Señor que te dé una gran valentía y una firme esperanza en Dios.”


“Dilo con audacia, ‘Ahora empiezo,’ y avanza constantemente en el servicio de Dios. No mires atrás tan a menudo, porque quien mira hacia atrás no puede correr. Y no te conformes de empezar sólo éste año. Comienza cada día, porque es por cada día, incluso por cada hora del día, que el Señor nos enseñó a decir en el Padre Nuestro, perdónanos nuestras ofensas, y danos hoy nuestro pan de cada día.”


“Especialmente en esto debes crecer en fuerza, en la resolución de buscar siempre tener una esperanza inquebrantable, con cualquier cosa que pase y por más débil que te puedas parecer a ti mismo; porque de nuestra parte, la base de la esperanza es nuestra misma debilidad y, por parte de Dios, su misericordia, que es simplemente su compasión sincera por nuestra debilidad.”


“Está alerta contra el desaliento y la falta de confianza. Esfuérzate por hacer bien todo lo que haces, pero hazlo con respeto por tu humanidad, sin buscar una perfección imposible, concentrándote simplemente en el presente que tienes entre manos. Recuerda que ‘El hombre justo cae siete veces al día,’ y entonces encontrarás la bendición en comenzar no solo cada día, sino cada hora.”


“No te dejes perturbar por nada, ni siquiera por tu propios defectos, teniendo cuidado de superarlos inmediatamente por un acto de amor de Dios.”


“La santidad no consiste en no fallar nunca, sino en levantarse de inmediato, reconociendo nuestra debilidad, pidiéndole perdón a Dios, y en hacerlo con la paz del corazón, sin perturbarnos.”


“Mantén lejos de ti al espíritu de tristeza y melancolía. Muéstrate feliz incluso cuando no te sientas así debido a problemas físicos. En esos momentos más que nunca, evita encerrarte a ti mismo y dirige tus pensamientos al Paraíso, porque es tuyo.”


“Deberíamos siempre mantener ante nuestros ojos este dicho del Espíritu Santo, ‘Piensa en Dios en un espíritu de bondad’ [Sabiduría 1:1]. Consecuentemente, debemos tratar de alcanzar sentimientos dignos de Dios, primero en nosotros mismos para inspirarlos también en otros, y alcanzar el objetivo de amarlo a Él, y llevar a todos a que lo amen a Él.”


“Planearé las actividades de mi día para que pueda seguramente hacer más la voluntad de Dios y darle gloria en todo lo que hago: no cosas diferentes, sino las mismas cosas hechas de otra manera; no hacer cosas simplemente por costumbre, sino por amor.”


“De mí mismo no puedo hacer nada bueno, pero puedo hacer todas las cosas en Dios.”


“Te ruego que hagas una guerra continua contra los humores negativos, y nunca falles en comenzar de nuevo.”


“Te deseo todo bien verdadero, y me consuela verte cada vez más dedicado a la gloria de Dios, ya que, en este mundo, no hay un propósito mayor que éste, y ninguno más consolador.”


“¡Oh, qué gran cosa es, y qué consolador es, servir como un instrumento para glorificar a Dios!”